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PrólogoINSERCIÓN DE COLOMBIA EN LA ECONOMÍA GLOBAL(2002-2006)Jorge Humberto Botero*Breve reseña históricaHay actos de los gobiernos que son importantes por sí mismos; su solarealización, a veces de manera inmediata, produce cambios de fondo en la vidacolectiva. Pero hay otros cuyo significado proviene no de lo que dicen sinode lo que implican, en especial si se formulan en ocasiones que, por su fuertecarga simbólica, están llamados a marcar un hito en el desempeño social.Como pudo en su momento pasar desapercibido, y porque sólo desdela perspectiva de los años y los acontecimientos sucedidos desde entoncesadquiere la plenitud de su sentido, quiero recordar que el mismo día de laposesión del presidente Álvaro Uribe Vélez, el 7 de agosto de 2002, se divulgaronsendos comunicados por los gobiernos de Canadá y Colombia anunciandosu voluntad de iniciar negociaciones tendientes a la suscripción deun tratado de comercio. Seis años después, este propósito no se ha cumplido.Movimientos pendulares que a veces son frecuentes en el ámbito político, postergaron por tiempo considerable, a pesar de la insistencia de Colombia, lainiciación de las negociaciones, las cuales, por fin, parecen avanzar hacia supronta conclusión.Menciono este episodio, desplazado de la memoria pública por el climade excepcional esperanza que acompañó el comienzo del gobierno en un paísasolado por la violencia, porque constituye incuestionable expresión de lavoluntad del presidente de avanzar en la internacionalización de la economíanacional. Gesto necesario como resultará evidente para los lectores de estetomo de "Las Ideas de Uribe". Valiente, además. El proceso de apertura alexterior de la economía colombiana adelantado por la Administración Gaviriano había sido bien valorado por muchos y se le atribuía, a mi juicio de maneraerrónea, haber causado resultados adversos en el aparato productivo nacional, en especial en su sector agropecuario.Sin embargo, para el presidente era claro desde el comienzo de su mandatode que el ciclo de internacionalización económico que quería liderar tendríadiferencias profundas con el que se había adelantado en años recientes. No seríasúbito sino paulatino para darle a la producción nacional tiempo para ajustarsea un entorno de mayor competencia; producto de negociaciones que garantizaranreciprocidad en el acceso preferencial a mercados foráneos; y, finalmente, debería ocurrir en el contexto de una amplia participación del Congreso, las regiones, los gremios, y, en general, la multitud de grupos de interés quecoexisten en una sociedad, abierta, plural y democrática.La negociación del tlc con los Estados Unidos es el aspecto más visibley complejo de la estrategia del gobierno en el ámbito del comercio exterior.No es el único; en realidad es parte de un catalogo ambicioso de negociacionescon países que son, en acto o en potencia, importantes aliados comercialespara nuestro país. Todas esas negociaciones se lanzaron a partir de unpronóstico pesimista sobre el éxito de la Ronda Doha que se adelantaban enel foro de la Organización Mundial de Comercio. El nuevo fracaso de lasconversaciones adelantadas en julio de 2008 entre los principales actores deeste proyecto, lamentablemente nos ha dado la razón: Colombia no podíaquedarse cruzada de brazos a la espera de unos acuerdos que ya entonces seconsideraban remotos, tanto por su intrínseca dificultad, como por la aplicaciónde la regla del consenso bajo la cual opera ―y languidece, infortunadamente―la omc.No comenzaron las acciones de la primera administración del presidenteUribe con la negociación del tlc, la cual sólo vino a lanzarse en noviembredel 2003, una vez se hizo evidente que "El Área de Libre Comercio de lasAméricas", Alca, no tenia porvenir alguno. Sólo entonces el gobierno de losEstados Unidos aceptó negociar un tratado de comercio con Colombia, Perú, Ecuador, los cuales,
