Publisher's Synopsis
¡El tiempo de cosecha es ahora y la Iglesia tiene que aprovecharlo! Es cierto que todas las épocas han sido propicias para que el cuerpo de Cristo se levante y salga a predicar, pero nunca se han vivido momentos tan coyunturales como los de ahora. La violencia, los gobiernos impositivos, las discrepancias sociales, los desastres naturales, la degradación moral y otros fenómenos que se incrementan día tras día y ahondan la crisis de la humanidad, están haciendo que la gente reaccione en busca de una esperanza, algo que el sistema imperante no le puede dar. Ante el caos y la inestabilidad que agobian al mundo ¡la única alternativa es Jesucristo, y sólo su Iglesia puede darlo a conocer!
Es incuestionable el hecho de que la Iglesia, a lo largo de su historia, ha entendido su responsabilidad frente al cumplimiento de la Gran Comisión. Sabe que el evangelismo y la formación de discípulos constituyen su principal tarea para que "la tierra sea llena de la gloria del Señor como las aguas cubren el mar", sin embargo, su efectividad, o digamos mejor, su fruto, no es comparable al de la época de la Iglesia Primitiva. A pesar de los avances tecnológicos, de la apertura de los medios de comunicación masiva para la predicación del evangelio, y el surgimiento de estrategias cada vez más llamativas para la difusión de la Palabra de Dios -que nos permiten ver congregaciones numerosas en diferentes lugares-, la cosecha sigue siendo limitada si tenemos en cuenta que muchos de los nuevos creyentes son "temporales" y no se consolidan como era costumbre en los albores del cristianismo. Hoy por hoy tenemos más iglesias que antes, pero son congregaciones que no van más allá de las cuatro paredes de sus templos.
Una de las razones de este fenómeno es que la Iglesia se ha preocupado más por "engordarse" que por "propagarse", se ha preocupado más por enfocarse en sí misma que por ejercer influencia. Está bien el crecimiento, todos lo anhelamos, pero éste de nada sirve si todavía existen sectores de la sociedad que no están siendo permeados positivamente por el mensaje transformador de la Cruz. Mientras el enemigo hace de las suyas en los estamentos decisivos de la sociedad estableciendo en ellos códigos inmorales que conducen a las comunidades a la decadencia espiritual, la Iglesia se ha quedado conforme "mirando los toros desde la barrera" y alegrándose con las "buenas cosas" que pasan de puertas para adentro en los cultos dominicales. Ha llegado la hora de volver al mandato de Jesús: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura..."
Una de las formas de lograr este objetivo es penetrando los siete ámbitos principales de la sociedad, esas siete áreas en las que la gente decide y adopta sus creencias y desde las cuales se rige el destino de nuestras comunidades, también conocidas como SIETE MONTES: la religión, los negocios, las artes y el entretenimiento, la familia, la educación, el gobierno y los medios de comunicación. Cuando la Iglesia toque esos estamentos como lo hicieron en su momento los primeros cristianos, podremos hablar de un mundo plenamente rendido a los pies de Cristo.
La intención primordial del libro "LA RECONQUISTA DE LOS SIETE MONTES", es facilitarle a la Iglesia un camino estratégico que le permita penetrar y transformar con el mensaje restaurador de Jesucristo cada sector de la sociedad. Es llevarla de nuevo a esa pasión evangelística de la Iglesia Primitiva sin desaprovechar las ventajosas alternativas de los tiempos actuales. Es demostrarle a cada creyente que, con su disposición y su testimonio, puede ser usado por Dios de manera especial en el mismo lugar donde se desenvuelve en su diario vivir.
Isaías 2:2 dice: "Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones". Estamos en el tiempo p
