Publisher's Synopsis
Adondequiera que vayas -al jardín, al prado o al bosque- encuentras insectos: entre la hierba se arrastra un escarabajo; sobre las flores revolotean las abejas y las mariposas; chirrían los saltamontes, las libélulas hacen zumbar sus alas. Y si te acercas al río, veras como cientos de girinos se deslizan sobre la superficie del agua, mientras que en la profundidad van y vienen los garapitos y los escarabajos de agua.Incluso en el desierto, donde parece que no hay más que arena y arbustos, tan escuálidos que ni siquiera dan sombra, si observas atento, los encontrarás: unos comen hojas; otros descansan recogidos en sus caparazones, duros como cáscara de nuez, o se balancean en la hierba seca, y pueden confundirlos con flores por sus colores brillantes.Si, entrada la noche, enciendes una linterna entre las dunas, su luz atraerá una cantidad tal de bichitos de todas las clases, que te preguntarás donde se encontraban durante el día. Y a la mañana siguiente, podrás hallar en la arena numerosas huellas menudas de escarabajos que se desplazaron para visitar a sus vecinos.Hay insectos que viven en cuevas, en la oscuridad total, y otros, en lo alto de las montañas, en medio de nieves y glaciares. Y en el agua del mar también hay insectos. ¿Acaso puede sobrevivir algún insecto, cuando las tempestades levantan inmensas olas que se estrellan entre sí? Sin embargo, en las costas, cuando llega la calma, sobre la superficie del agua ya se deslizan menudos zapateros. ¿Cómo han logrado sobrevivir? Pues sencillísimo: cuando la ola se levanta y está a punto de aplastarlo, el sagaz zapatero se zambulle, y la ola golpea sin alcanzarlo.Podemos decir que los insectos, nuestros casi imperceptibles vecinos, viven en todas partes.V. Tanasiychuk, 1980.