Publisher's Synopsis
PROLOGO
El protagonista actúa como un rey destronado en un villorrio. Se le ve anacrónico, cargado con todos los defectos posibles, arrastrado a la degradación por una fuerza autodestructiva que consiste en perseguir inútilmente una imagen de glorias ilusorias de las que no desiste nunca.Es desconsiderado, ni quiere ni puede solidarizarse o ponerse en el lugar de los demás y es incapaz de salir de su propia autosuficiencia. La fuerza que le mueve es la envidia y el afán de reconocimiento. Todas sus poses humanas se convierten en caricaturas: sus convicciones, su sociabilidad y sus propósitos.
Nos apercibimos de que dispone de cierta habilidad para embaucar, especialmente a los que no le conocen, por saber mentir con suficiencia aplastante y conocimientos fragmentarios utilizados al vuelo para dar el pego. Los que descubren su impostura no pueden conseguir que cambie sus fanfarronadas, como si no supiera parar o prefiriese cargar con las consecuencias nefastas que ceder ante la evidencia.
Unas veces tropieza con los que no quieren nada de él ni se prestan a sus grandilocuencias, otras con gente lumpen capaz de tolerarle y darle cuerda con tal de arrancarle invitaciones o dinero.
Sólo concibe las relaciones humanas como un alardear. Busca ser valioso aún arriesgándose a delatarse con sus peroratas de creyente enfebrecido y fantasioso elucubrador de méritos.
Padece de una seudología fantástica con toques de psicópata. Se enreda en situaciones, inconsciente de sus límites, creyendo sus propias mentiras y exageraciones, empeñado patéticamente en salir airoso con la convicción a todas luces exagerada de sus habilidades, dominado por una especie de fe en una inteligencia superior como quien confiara en la providencia divina.
Vitriólico personaje que representa lo peor de la sociedad: el cultivo de las apariencias, un narcisismo enfermizo, glorias efímeras de beodo, un afán de poder y un profundo desinterés por la suerte del otro, incluyendo el hedor que su falta de higiene produce ("oloroso infierno"), indicando con ello la ceguera de que no causará nunca aprecio por más que lo intente.
Amanece tirado y vomitando sin saber qué aventuras se ha perdido de la noche anterior. Dejadez total negada por su propia soberbia. Esperpento de un perfecto inútil que fabula una vida sublime y busca un renacer, un florecer mientras el mundo se pudre y descompone. Jose Luis Catalán