Publisher's Synopsis
En este libro, el poeta, es decir, el ser humano, nos hace llegar esa dosis de estoicismo que tantos quisiéramos tener; ese ánimo espartano -y por consiguiente ese estadio de rebeldía-, del cual muchos carecemos.Abel German se inscribe en esa rara especie de poetas que se manifiestan, en parte y parte, mediante la inteligencia y el corazón, y así logra advertencias como esta: "Las risas se han apagado. La ciudad está vacía, solo quedamos las / cenizas / ... y yo"; o, si bien un poco amargos, cantos como este: "Pero hay que vivir en la eternidad, pensar / que alcanzo a emprenderlo todo, todo, desde el principio, / incluso el túnel. Y en eso ando".Entre los tantos aciertos destacables del "El silencio que dicen", remito a esos versos extensos signados por notables candencia y esbeltez, como "El crepúsculo se alarga, imita lo eterno con destreza burlona de hechicero /y los payasos ayudan con seriedad de cirujanos forenses".El régimen que se ha eternizado en su país, Cuba, no resultó noble con Abel German; sin embargo, en "El silencio que dicen" no hallará el lector rencores, odios, ánimos de revancha. Solo avisa: "Ahí están los muros de piedra escarpados, los altos techos, /el valle tenebroso cubierto de expedientes. /Aún puedo ver las cabezas inclinadas. Mi cabeza".Félix Luis VieraMiami, Mayo 2, 2020