Publisher's Synopsis
Nos tocó un encierro inesperado. La vida tomó un giro en una dirección absolutamente desconocida, la depresión llegó a nuestras vidas, la tristeza apareció, quedamos atrapados entre cuatro paredes, muchos no volvieron a ver a sus hijos; otros, a sus hermanos y otros, a sus padres.Escuchaba por ahí a muchos optimistas que decían que esta situación era una oportunidad para reinventarse, para aprender algo nuevo, que el que no saliera de este encierro con un libro leído y algo aprendido no aprovechó el encierro. A mí ese cuento no me convencía, ni hoy me convence, ni cinco. No todos tienen los recursos ni las habilidades, ni mucho menos el entusiasmo, para aprender y reinventarse cuando el miedo y la angustia están presentes de sol a sol. Sí destaco, que quede claro, su entusiasmo, su capacidad de adaptarse a las nuevas circunstancias y las buenas intenciones con los demás.Algunos meses después de haber empezado la cuarentena obligatoria se me ocurrió organizar el taller porque sí. Tenía un celular y un tablero. Eso era suficiente para dirigirlo. Un día después de finalizar el ultimo módulo recibí una llamada de uno de los participantes "yo pensé que estaba asistiendo a un taller de cuento", "¿cómo así?" le pregunté. "¡Eso que usted hizo lo que tenía era baile, música, risas, trago al soco, películas, groserías y hasta una mujer maniquí con sombreo y bufanda!" Me sorprendí al escuchar eso. El tono académico y de solemnidad que le había dado al taller solo estaba en mi imaginación. "Ya tengo listo el cuento, me quedó buenísimo, muchas gracias por todo, se lo mando más tarde. Si va a hacer otro taller me avisa, tengo dos amigos que quieren tomarlo".Y este es el resultado. Nadie vino a mi taller a educarse, eso me quedó claro, ni mucho menos a leer. Vinieron a una fiesta y terminaron escribiendo un libro.