Cuéntame Un Cuento Y Verás Que Contento, Me Voy a La Cama Y Tengo Lindos Sueños.

La ilusión con la que un padre relata un cuento a sus hijos a última hora de la tarde al calor del hogar para cerrar un día cualquiera de lucha, esfuerzo, frío o velocidad social, se ve recompensada con la mirada sincera, vidriosa y de admiración con la que los pequeños se despiden de lo consciente para soñar con esos vagos recuerdos que a última hora de su jornada les relata su guardián y protector.
De igual manera que amanecen al día siguiente como si no hubiese pasado nada y en su necesaria rebeldía desquician a cualquiera, con suerte, años después, cuando buscando su identidad en mitad de su temida adolescencia relean los cuentos que con tanta dedicación les contaban de pequeñitos, se fijarán en estas "notas", que no son otra cosa que desinhibidas moralejas de lo que les espera en cuanto, fuertes y formados ya, vuelen y abandonen el nido.
Pero el poso del amor y la dedicación queda infiltrado y cristalizado por el tiempo en lo más profundo de sus almas y de nuevo con ilusión y esfuerzo trasladarán a sus descendientes. Imagino que esa es una de nuestras labores en la vida.