Publisher's Synopsis
Cuando un artista o creador trata de elaborar una teoría sobre los géneros literarios, casi siempre acaba incurriendo en un autologismo, más o menos brillante, pero inequívocamente personalista. El Cromwell (1827) de Víctor Hugo es una de las obras que, junto con su prefacio, puede considerarse como manifiesto del Romanticismo europeo. En su arte programático, Hugo discute deliberadamente los presupuestos de la estética clasicista: rechazo de las unidades clásicas (excepto la unidad de acción), mezcla de géneros literarios; proclamación del arte como expresión de inquietudes vitales en que se amalgaman lo trágico y lo cómico, lo sublime y sobre todo lo grotesco, la belleza y la fealdad; declaración de una visión multiforme de la realidad, incapaz de ser aprehendida desde ámbitos, géneros, formas o estilos aislados y unívocos, a los que habría que añadir otros aspectos, como la valoración de la subjetividad, la exaltación de la libertad humana en todas sus formas -sobre todo las más idealistas y emotivas-, la búsqueda de la creación estética y su verdad en la síntesis de los contrarios, la defensa creciente de la sensibilidad y los impulsos personales sobre cualquier ordenación sistemática y racionalista, etc... Víctor Hugo (1827) establece en esta obra una relación de analogía entre los géneros literarios y las diferentes etapas cronológicas de la Historia de la Humanidad, de modo que la lírica correspondería a una etapa primigenia o germinal de las civilizaciones, la épica a una etapa secundaria de mayor desarrollo, y la dramática al período de madurez, representado para el autor francés por el teatro isabelino de Shakespeare.